Es de justicia...

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Es impensable como la mala suerte puede llegar a ensañarse de tamaña manera con una persona, pero visto lo visto, la riña existente desde hace varios años entre la caprichosa fortuna y Carlos Sainz, es algo que escapa a todo entendimiento humano. Uno puede llegar a pensar incluso en la existencia de las no menos afamadas meigas, y que estás, lejos de atesorar ningún conocimiento automovilístico, se empecinan, una y otra vez, en averiar, en dejar tirado en la más lúgubre de las cunetas, cualquier vehículo cuyo volante esté en manos del piloto madrileño.

Las lágrimas, la imposibilidad de articular palabra durante la última rueda de prensa, que junto con el más grande de los escuderos que nunca ha tenido, dieron tras el desafortunado incidente del “Trata de arrancarlo”, conmovieron a prácticamente todos aquellos que durante esos eternos minutos estábamos frente al televisor, y más de uno pensamos, que el deporte le debía tanto a Sainz como a Moya un nuevo momento de gloria, con el que resarcirlos de tan grande y lacerante injusticia.

De repente años más tarde, en los primeros compases del 2009 parecía que la moneda quería volver a caer, como en las dos ocasiones en que ganó el mundial de rallies, de cara, consiguiendo relegar a la cruz, al más profundo de los abismos del olvido. Todo hacía pensar en que la suerte del español había cambiado, y que tras varios años de ostracismo ahora podría por fin erigirse de nuevo como vencedor de una gran prueba.
Dominador desde los primeros kilómetros de un Dakar que se corría lejos de su romántico recorrido por tierras africanas, Sainz demostró su habilidad haciendo lo que mejor sabe hacer, conducir. Una tras otra las distintas etapas previstas por la organización se sucedían con un solido lider al frente de la clasificación de coches. La ilusión de ver de nuevo a Carlos Sainz subiendo los escalones que lo encaramarían a lo más alto del podio, en una de las pruebas con más solera dentro del mundo del automovilismo se fue forjando día tras día, albergando la esperanza de que en esta ocasión, podría despojarse de esa espina que durante tantos años a estado clavada en lo más profundo de los sentimientos de muchos de nosotros.

Como siempre, sin avisar, sin ningún indicio que pudiera mitigar el golpe que nos iba a asestar, la desgracia de nuevo, se cebó con él, hundiendo un poco más si cabe, dentro de nuestras ya ulceradas carnes, esa espina que con tanto ahínco habíamos esperado arrancarnos para siempre, mandándola bien lejos.
La imagen de su coche accidentado en medio de una duna y la suya propia mesándose los cabellos con cara de incredulidad, nos hicieron retroceder varios años atrás, y se entremezcló con otra, pero en esta ocasión de un vehículo humeante detenido a la salida de un charco de agua.

El paso del tiempo nunca podrá devolverle lo que la desdicha le arrebató, pero sería una verdadera lástima, que el mejor piloto de rallies que ha tenido España, pase a la historia como el campeón de los infortunios.

Javier.

Quiniela de la Peña Los Jureles. Jornada 35ª

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1. Valencia – Málaga 1-2
2. Almería – Valladolid 1
3. Athletic Club – Recreativo 1
4. At. Madrid – Getafe 1
5. Espanyol – Sevilla 1-X
6. Betis – Barcelona 2
7. Sporting – Real Madrid 2
8. Numancia – Mallorca X-2
9. Deportivo – Osasuna X
10. Zaragoza – Las Palmas 1
11. Murcia – Real Sociedad 1-2
12. Hércules – Levante 1-2
13. Xerez – Salamanca 1-X
14. Nastic – Celta 1
15. Racing – Villareal 1

Carlos Montoya.